martes, 22 de mayo de 2012

La Espada de Eterna Lealtad (Libro: Las Sombras que Ocultan el Miedo).

Ha llegado una señal en la oscuridad de un cielo nocturno,

Esparciendo cada partícula de luz, inmensa, esplendida.

Los recuerdos del ayer son destellos de traición y ambición,

Que vuelven ciega el alma y envenenan el espíritu.

 

Ha quedado vacío y silente,

En espera del momento para aniquilar a los falsos.

Observando en espera de un descuido,

La señal vendrá del cielo, fanatizado de esperanza.

 

Cada trago ha sido amargo, la luna lo sabe,

Las noches silentes también.

Pero en sí, lleva escondida la espada.

Se hará justicia divina, esta atravesará el odio.

 

Aniquilando la maldad,

Esta cruzada eterna no la van a parar.

Porque cuando un alma noble lleva una gran razón,

No hay dragón ni demonio que soporte tanto dolor.

 

De las noches silentes sabrán,

A la justicia eterna temerán

Y cuando caigan a lo profundo de una fosa,

Sus días de sufrimiento empezarán.

 

Por igual pagarán sus generaciones,

Sentirán el gran tormento,

Del odio que sembraron en nobles corazones,

Ahora son guerreros que los destruirán,

Borrando cualquier rastro de su extinta maldad,

Así será.

Dad una razón a un alma noble,

Llenad de tristezas su corazón,

Haced que su espada empuñe,

Corred por vuestra vida, rezad por vuestra atormentada alma.

 

Así será, se escuchan voces,

Los ángeles se preparan al lado de los justos,

Preparados para el gran día,

Donde los traidores tiranos caerán.

 

La fosa los espera,

Eterna y profunda, ¿para dónde piensas ir?

No hay salida de este laberinto de odio,

Donde te has metido, he sido testigo.

 

Algunos están enterados, que los guerreros vienen en camino,

Son guardianes de la justicia que ellos negaron,

Ahora cruzan los puentes huyendo,

Pero igual van a pagar.

 

Una noche van a despertar,

Condenados, asustados, aterrados,

De saberse sin el embriagante poder,

Sus aliados huyen llorando, lágrimas de hipócrita arrepentimiento.

 

La hora ha llegado, preparaos traidores,

Fueron como reyes, ahora son esclavos de la divina venganza.

Aquí ya no hay hora de perdón,

Están atrapados en las redes de su propio mal.

 Ni la muerte acabará su eterno dolor,

Los guerreros no tendrán piedad de vosotros.

 

Ya no son hijos de Dios,

Pues fueron esclavos del mal,

Así obraron, así labraron sus tierras,

Llenándolas con semillas de odio, su propio mal germinó,

Han crecido arboles pestilentes, de su propio dolor.

 

Ahora pretendéis arrepentiros,

Mas ya es tarde, ya nadie escucha,

Creyeron ser más poderosos que Dios,

 Allí están solos con sus propios demonios a cuestas.

La peste y el mal os han caído,

¿Dónde están sus prostitutas y amigos?

¿Dónde están sus joyas ostentadas?

A cuestas del hambre y el dolor ajeno.

 

Los ángeles cantan en coro,

Que el mal se rindió,

Mil años de tormentos sobre los hipócritas traidores,

Fueron enjuiciados por las cortes, los nobles guerreros fueron testigos.

 

Sus almas están mutiladas,

Sus espíritus acabados por su obra,

Un pintor no pudo expresar con su pincel,

Sus grotescos rostros de lamentos eternos,

Todos los han olvidado,

Han quedado atrás.

 

Solo un poeta ha escrito su desgracia, es un guerrero.

Al lado de Dios y el caballero cruzado, empuñando la pluma y la espada de eterna lealtad.


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